Sinopsis argumental:
Un joven -David- sale de la cárcel y encuentra azarosamente una chica -Maggi- en la estación de tren. Se enamoran recíprocamente y comienzan a convivir. Pero no es sencillo romper con los condicionamientos de ser un ex presidiario, junto con no estar legalmente casados, no tener una vivienda legítima, a lo que se sumará un embarazo imprevisto.
Finalmente se celebrará un juicio contra ellos acusados de diversas estafas y rupturas al orden social, pero el misterioso abogado defensor que lleva el caso -cuya verdadera naturaleza el espectador sólo puede suponer, ya que no se revela en ningún momento- logra desarmar uno a uno los argumentos en contra y mostrar que el amor que se profesan estos jóvenes merece una oportunidad.
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Nota breve de primera impresión:
«Es todavía muy primitiva, aunque un buen ejemplo de "historia edificante"; buenas actuaciones, pero se nota que cada uno está tratando de hacer "lo que puede" con un guión que no termina de cuajar.»
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Es ingenua, un alegato completamente adolescente sobre la pureza del amor de culebrón de las tres, y cómo la sociedad y su burocracia lo corrompen; los "buenos" son, naturalmente, marginales, y hasta tienen a un ángel de su parte. Podríamos pasar sin esta película. No obstante, tiene su importancia dentro de la filmografía: Crisis, la primera y anterior a ésta, había resultado un fracaso en todo sentido, no sólo de recaudación, sino que con su mal genio IB se había granjeado la enemistad de cuantos pudo en la Svesk Filmindustri, así que lo despacharon lo más rápido que pudieron; sin embargo (él mismo lo cuenta, tanto en "La linterna mágica" como en la entrevista sobre el cine con Marie Nyneröt), un productor independiente, Lorens Marmstedt, apreciaba el talento de Bergman, lo llevó consigo y, al decir del propio Bergman, también lo "educó" en el oficio: «fue él quien me enseñó a hacer cine», dice sin reservas en Linterna, pág 166.
Tiene también otras curiosidades, además de la producción completamente distinta de Crisis: están presentes algunos de los que serán sus constantes roles masculinos: Gunnar Björnstrand y un joven Erland Josephsson (en un papel minúsculo, que me costó encontrarlo con lupa), y la estrella masculina bergmaniana de toda esta primera época, su amigo Birger Malmsten
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